Caterina Toso es una egresada del instituto Culinary, con experiencia en el staff de La Mar en Santiago. Luego emprendió con su propio proyecto, una cafetería en Villa Alemana. Su salto más reciente y mejor logrado es una trattoria de ambiente familiar, con un ala de pizzería más que sobresaliente para los estándares de sus vecinos más cercanos en Reñaca.

Con la ayuda de su padre (cuyo hobby es la madera), la decoración rinde un sutil tributo a recintos como el Tiramisú de Santiago, pero muy en el código rústico-chic.

Indispensable comenzar una ruta por sus sabores con un clásico de la cocina napolitana casera: Ravioles fritos. Un deleite. También hay Antipastos que honran a los productos del mar que está ahí a la vista, casi al alcance de la mano (puntualmente ceviches y brochetas de camarones). A toda hora hay Paninis, como un italiano en filete.

Otro punto para rescatar es el trabajo con las pastas, que denota una factura casera indesmentible. La masa, elástica y delicada, sin repulgues o pliegues que revelen un inclemente congelado y otros procesos industriales de pastas “frescas” que podrían entrar en la categoría de alimentos no perecibles. Destacan los Spaghetti alle Vongole, o Al Filetto, además de los Ravioles dal Cuore rellenos de alcachofas o plateada.

Al final del comedor hay un hermoso horno italiano Valoriani, una suerte de objeto de culto entre los pizzaiolos nativos, desde donde emergen las masas construidas con insumos y harinas italianos. Además del saber hacer de un pizzaiolo napolitano, las pizzas son un punto fuerte de este novel recinto. Focaccia (desde $5.900) con toques muy distintivos (la cebolla pasa por una suerte de maceración previa que le otorga un matiz de sabor muy acertado) y más de una decena de opciones de pizza, además de la posibilidad de agregar ingredientes a piacere. Rescatamos la elegante simpleza de la Pizza Margherita que se viste de lujo junto a la Mozzarella di Búfala. Una “droga dura” gastronómica, sin vuelta atrás. Una vez que se la prueba, el resto es sólo vulgaridad.

Un comedor que si mantiene el ritmo de trabajo, concentrados en la calidad y con un servicio que sepa capear el oleaje inclemente de la temporada alta y la resaca de los meses de invierno, se puede transformar en un referente nacional a nivel Lonely Planet.

La Bruna. Ignacio Carrera Pinto 140, Reñaca (ver mapa). Tel. 9 7614 4690.  Martes a sábado de 11.00 a 23.00. Domingo de 11.00 a 17.00 hrs. @labrunatrattoria