«Hemos tenido crisis graves, pero esta es lejos la más dura y la más compleja». Así de categórica es Inés Aqueveque, directora del Liceo de Niñas Nº 1 Javiera Carrera, en conversación con «El Líbero», al abordar la situación que vive el colegio desde mayo de este año.

Estas declaraciones se dan en medio de hechos violentos ocurridos, esta semana, en otros recintos emblemáticos de Santiago. En el Instituto Nacional, el sábado pasado, alrededor de 20 encapuchados interrumpieron las clases recuperativas  y rociaron con bencina a un grupo de profesores, a la inspectora general y al rector del colegio –lo que recordó a los incidentes que ocurrieron en junio pasado-, mientras que ayer, en el Liceo de Aplicación se detuvo a dos alumnos que portaban bombas molotov.

En el caso del colegio de niñas, la situación no es muy distinta.  En mayo iniciaron una toma que se extendió por más de tres meses,  que alcanzó complejos niveles de violencia, como agresión a un profesor, el uso de capuchas para tomarse las oficinas de la dirección y amenazas a las alumnas que querían que se reanudaran las clases con normalidad.

Según constató «El Líbero», estas situaciones han provocado que al menos 221 estudiantes se cambiaran de establecimiento. Lo que equivale casi al 8% de la matrícula. «Como la toma fue larga y ha habido muchos episodios de violencia, muchos papás se desesperan porque no normaliza el proceso educativo», explica la directora.

Las movilizaciones en calle Compañía 1484 comenzaron en el contexto de las demandas feministas y derivaron en la interrupción de las clases. Ello motivó que, tras un mes y medio de paralizaciones, la Dirección de Educación Municipal (DEM) de Santiago gestionara que una sede del instituto profesional AIEP sirviera como lugar momentáneo para reanudar las actividades académicas. «Con esta buena noticia damos respuesta a apoderados, docentes y estudiantes que han manifestado su deseo de volver a clases», señaló la dirección del colegio en aquella oportunidad.

No obstante, la medida que buscaba normalizar la situación para iniciar el segundo semestre, solo logró caldear los ánimos de un grupo de estudiantes. El 9 de julio, fecha en la que las jóvenes que querían retomar el calendario escolar asistieron a la sede de AIEP, el Centro de Alumnas el Liceo 1 convocó a una manifestación en rechazo a la iniciativa. Alegaban que sus demandas no estaban siendo escuchadas. «No nos podrán hacer a un lado», decían mientras protestaban en las afueras del instituto, lo que terminó con 12 «javierinas» detenidas.

«Tuve que retirarla del colegio por su salud mental, porque ya no aguantaba»

Finalmente, la toma terminó el 17 de julio, poco antes de las vacaciones de invierno. Y si bien las clases se reanudaron el 30 de ese mismo mes, los disturbios continuaron… aunque esta vez de manera interna.

«Las niñas que no desean que se retomen las clases, sacan de las salas a las que sí quieren», comenta una apoderada que optó por retirar a su hija del colegio. Asegura, además, que la menor fue golpeada por estudiantes encapuchadas. «Tuve que retirarla del colegio por su salud mental, porque ya no aguantaba», confiesa la madre.

De hecho, según un video, al que tuvo acceso «El Líbero», grabado por una de las mismas jóvenes, se puede apreciar cómo niñas encapuchadas ingresan a un salón, haciendo ruido y obligando a sus compañeras a salir al patio. «Bajen ahora», grita una de las estudiantes a favor de la movilización, lo que es respondido por otra quien dice, de forma desesperada: «Chicas, no respondan nada y déjenlas tranquilas». «Que leseen solas», exclama la menor.

En otro registro, se observa cómo un grupo de alumnas con el rostro cubierto ingresa a una sala, golpeando las ventanas y la puerta. «En serio chiquillas no queremos (salir de la sala), de verdad», dice una joven que se mantiene en su puesto. Postura que es respondida por una chica que les insiste con garabatos y grita desde la puerta: «Son súper individualistas, hay compañeras que están abusadas y acosadas». El diálogo continúa con otra joven que increpa a la encapuchada: «Entonces, ¿por qué te tapai la cara, cobarde?».

La directora del Liceo 1 ha sido testigo de situaciones como las descritas. «Se tomaban las salas, colocaban mesas y sillas, bloqueaban la entrada, no podían ingresar profesores y no querían diálogo», relata Aqueveque. Agrega que las encapuchadas «tenían encerradas a las niñas que querían clases», las que llamaban a sus papás, quienes llegaban desesperados al colegio. «Les dijimos a los padres que nos entregaran la nóminas de las niñas y a ellas las empezamos a sacar y las llevamos a un lugar para que tuvieran clases. Y a las chicas conflictivas las dejábamos en la sala», sostiene Aqueveque.

Otra apoderada, en conversación con «El Líbero», relata que en comparación con tomas anteriores, este año ha sido más complejo. «Antes las chicas hacían petitorios, se los contestaban y paraban la toma, pero ahora es una cosa que no sabemos qué es lo que quieren», señala.

«Mi hija estaba en clases e hicieron tomas internas, cuando llegaban las encapuchadas hacían que todas bajaran al patio», recuerda la mamá de una alumna de segundo medio que vive en San Bernardo. «Se levantaba a las 5:50 de la mañana para ir al Liceo y las 6:20 se iba. Recorría 5 comunas para ir al colegio y no la dejaban entrar porque estaba en toma», explica angustiada. Esto la motivó a retirarla del Javiera Carrera y optó por inscribirla en el Liceo Bicentenario de su comuna.

Directora del Liceo: «Estuve varios días sin poder salir al patio»

Tanto apoderados como la dirección del establecimiento coinciden en que las alumnas no han sido las únicas afectadas por hechos de violencia. En una ocasión, durante la jornada de la tarde, estudiantes de séptimo y octavo básico, intentaron agredir a un profesor del liceo, quien había sido acusado por abusos a través de redes sociales.

La situación ocurrió luego de que el docente impartiera una clase en el tercer piso del colegio. Relata la directora: «Un grupo de niñas lo increpó, por lo que el profesor intentó refugiarse en una inspectoría y ahí un paradocente lo ayudó a resguardarse». Al bajar al primer piso, las estudiantes intentaron pegarle con una barra de metal y le tiraron botellas y desperdicios, por lo que el docente tuvo que volver a esconderse en otra oficina hasta que las menores se calmaron, momento en el que, con la ayuda de otros profesores, logró salir del colegio.

Como experiencia personal, la directora comenta que las jóvenes han intentado ingresar a su oficina al menos cuatro veces. Llegando al punto de intentar derribar la reja que protege su despacho, situación que se ha repetido en la sala de profesores.

«La primera vez entraron hasta mi oficina encapuchadas, intentaron que saliera y les dije que no iba a hacerlo porque no podía dejarlas en la dirección», cuenta Aqueveque a sobre la situación en la que participaron alrededor de 70 jóvenes. «Estuve varios días sin poder salir al patio», recuerda y dice que ella -que fue apoderada del mismo recinto y profesora- tenía la costumbre de recibir a las niñas en la puerta, de pasearse por los patios, algo que ha podido ir retomando de a poco.

En la municipalidad de Santiago están al tanto de la crisis del Liceo 1. Consultada por «El Líbero», la directora Educación Municipal de Santiago, Yoris Rojas, señala que «considerando el grado de violencia que se ha visto en los establecimientos queda claro que el manual de convivencia (el antiguo reglamento interno del colegio) no está a la altura de la acciones que están realizando los alumnos», y precisa que «queda claro que hay un nivel de violencia impensable».

Respecto a las medidas que está tomando el municipio, Rojas indica que se instalará un equipo de vigilancia en los establecimientos para controlar el ingreso al colegio y que el alcalde Felipe Alessandri está trabajando para modificar el manual de convivencia y así restituir la facultad de los directores para «expulsar a los alumnos ante estos hechos que se consideran gravísimos».

 

Acá, videos a los que «El Líbero» tuvo acceso. En ellos se aprecia cómo alumnas con el rostro cubierto interpelan a sus compañeras para que salgan de la sala, que no tengan clases y que se sumen a las movilizaciones. 

 

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